El universo de Ale
¿Papá en el mar hay árboles? -me pregunté. No me lo podía creer pero: ¿y si era verdad?, ¿me lo iba a perder?. Además como la gente cada vez es más guarra y tira cosas muy raras al mar... Si yo un día, navegando en el Carpe diem, había visto una mujer* desnuda, medio decapitada y sin una pierna, a la deriva, ¿por qué mi hija no iba a ver árboles en la orilla?.
Cuando llegué y vi lo que a mi hija había confundido con árboles me estiré y me puse de puntillas para lograr estar a su altura. La abracé, le di un beso y sonriendo le dije: ¡Sí, sí Ale, son árboles y mira allí hay otro, y otro, y otro allí!. Al menos en aquella ocasión, mi hija, orgullosa porque por primera vez había podido enseñar a su padre algo que él no sabía, no me preguntó por qué había árboles que venían a morir a la orilla de nuestra playa.
Reconozco que lo que el cuerpo me pidió en aquel momento fue decirlele: No son árboles eso que veis, amiga Alejandra, son gigantes y aquello que vos decís que son ramas no son mas que sus largos brazos que quieren cogeros. Pero me pareció complicado entonces, preferí callarlo, mejor contárselo por aquí como hago hoy para que un día pueda leerlo.

Papá
*nota: La mujer desnuda en cuestión era una muñeca hinchable que algún depravado había arrojado al mar. A fe de ser sinceros, lo que quedaba de ella.
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