Como vino se fue, sin saber cómo, sin saber por qué.

Un día, siendo pequeño, mi abuelo me cogió del brazo y me llevó a la playa de San Lorenzo, me puso frente al mar y me dijo: “hijo, en la vida hay dos tipos de personas, los que miran de frente al mar y los que le dan la espalda, ¿quién quieres ser tú?”. Hoy vivo a los pies del Cantábrico, lo veo siempre que quiero desde mi ventana, nos miramos a la cara y navego en un pequeño velero de 20 pies de nombre Carpe diem, así que creo que mi abuelo estaría orgulloso de mí. Vivo entre dos paises imaginarios: el del niño que fui y el del muerto que seré y en medio, el mar como referente en mi vida. El mar me recuerda que todo lo que viene se va; que todos somos pequeños castillos de arena en la playa del absurdo. Que todos somos tiempo. Disfruta de la vida con pasión, arriesga en el amor, siéntete vivo y Carpe diem!.