La cama de los Hermanos Marx
En la confianza de que no daría para mucho (luz apagada, hora de dormir,...), reconozco que, al principio, yo mismo, divertido, hacía las preguntas y ya se imaginan quién hacía de ventrículo, ¿no?.
¡Joder!, ¡nunca pensé que la vida de una niña de tres años diese para tanto! (ahora entiendo a algunas), sólo le faltaba la copa y el cigarro y preguntarnos: ¿qué os parece si vamos a tomar algo a otro sitio?. Después de más de diez minutos: que si las chuches que más le gustan son..., que si en su colegio hay un niño que..., que si tenía cuatro novios..., que si la nieve... Y lo peor es que la tía, sin ningún respeto, se lanzaba a hacer preguntas al mismísimo angel de la guarda: ¿Y tu a qué cole vas? -le preguntó. ¿Y tú donde vives?, poque yo vivo en Oviedo -le preguntó de tú a tú a Jesusito de mi vida. ¡Papá, enciende la luz! -me llegó a decir en más de una ocasión.
Al final "Paquito y sus muñecos" se dormían mientras que aquel conejito Duracell seguía y seguía y seguía.
Nos dormimos todos pero antes, con tanta gente en aquella cama, tuve la sensación de estar en el camarote de los Hermanos Marx. La verdad, no me hubiese importado.
2 comentarios
Capitán Keating -
Si yo fuese verso me gustaría dormir en el blog de Paula para que tú me arropases con tu lápiz de hada. Juntarme a ríos de endecasílabos y llegar a mares de estrofas imposibles que tú compones.
Si yo fuera verso me gustaría tener catarro para jugar siempre con la Ñ. Subir a columpios que cuelgan del cielo, que Paula me columpiase alto para desayunar con el sol.
Si yo fuese verso, Angela.
Si yo fuera un lunático tierno.
Ángela -
Ángela.