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Una Campanilla llamada Ale

Tu diario

Tu diario Una noche soñé que tus pequeños pasos en la vida irían bailando sobre una alfombra roja sembrada de letras y palabras que yo por detrás iría recogiendo, entonces pensé que podía intentar plantarlas, tratando de componer un jardín de frases y árboles cuyo único fruto serían versos sobre los que tu correrías el día de mañana. Y comencé a escribirte.

Cualquier día te regalaré un diario de tapas duras y hojas blancas cerrado con un lazo rojo para que escribas en él a hurtadillas, como hizo Carol y Ana. Yo empezaría tu diario como aquellos cuentos que te contaba de muy niña, sólo que esta vez escribiría: “Hubo una vez un papá, mi papá,.....” para que tú lo continuases con mi lapicera, la misma que ahora me coges insolentemente y sin mi permiso del bolso de la camisa y con la que ya comienzas a dibujar lo que sientes, aunque tú no lo sepas.

Pero ahora quiero que sepas que desde hace tiempo te escribo un diario que me acompaña, un diario que me pongo de pijama y me da calor, con el que me acuesto y me levanto los días que tú no estás conmigo y que, sólo desde hace unas semanas, dejo que lean algunas personas para que ellas también se puedan sentir acompañadas y puedan crecer contigo. Ahora soy yo el que te escribo, y el que te leo, pero mañana yo seré el pequeño y tú tendrás todo tu futuro para leerme, si quieres, y quizás entonces acaricies las hojas de aquel diario con mi lapicera de madera, que para entonces ya será tuya.

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