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Una Campanilla llamada Ale

Y montamos el belén

Y montamos el belén El fin de semana pasada “ponimos” -Ale habla así- el árbol de navidad en el descansillo de nuestra casa de al lado del mar, que así se refiere mi niña a la casita de su papá (reconozco mis influencias). Sacamos el árbol y todos los adornos del trastero, ¡qué extraño que Ale no me dijese que puñetas (juro que utiliza esta expresión) hacía un árbol metido en un cuarto trastero de mi casa pero en fin, imagino que mi loquita estaba emocionada (y agradecida) con eso de la Navidad, el árbol, los adornos, la nevada que iba a caer. ¡Mira papá yo ya tengo cuántos!. ¿Yo ya tengo cuantos?, ¡madre mía hija!, como sigas hablando así voy a tener que editar un diccionario español-Alejandra, Alejandra-español -pensé divertido. ¡Mira Ale todas estas manzanitas rojas se pueden comer!, contribuí para darle al asunto mayor confusión. Entonces ella cogió una de ellas y muy seria, como si fuese una “manzaetnóloga”, sentencia: Estas manzanas no se comen, son de mentira. ¡Ah, vale! pues ya me quedo más tranquilo, le dije asombrado.

Cuando ya habíamos “gastado” todos los adornos le pregunté a Ale qué le parecería colgar unos chorizos y unas morcillas del árbol para que se los comiesen Papá Noel y los Reyes Magos. La verdad decirle a una niña de tres años y medio que debíamos colgar chorizos y morcillas del árbol de Navidad para que curasen me parecía complicar demasiado las explicaciones posteriores porque el por qué, a ciertas edades es inevitable, pero ¿por qué tiene que haber un por qué para todo?. Afortunadamente me dijo que no. ¡Una lástima! no quiero ni pensar la cara que pondrían mis visitas (sobre todo las de mis padres) al ver un árbol de navidad del que cuelgan una ristra de chorizos y un par de morcillas. Pero qué pasa, ¿por qué los chorizos y las morcillas no pueden tener Navidad?. En fin, dejémoslo ahí, que me desvío del asunto. Además ya tendrán oportunidad de votar y decidir por si mismos, ¿o no?.

Como punto final al belén que estábamos montando (en sentido figurado porque lo que montamos fue el árbol de navidad, bueno, o algo parecido) vino el asunto de la nieve. Compramos un par de botecitos de nieve artificial, que por supuesto la nubecita de tres años y medio se encargó de descargar por encima del árbol y de los adornos (¡menos mal que no pusimos los chorizos!). Bueno, por encima del árbol y de los adornos y de mi ropa, de la suya, nieve en el suelo, en las paredes; en definitiva nieve en todo lo que se puso a menos de tres metros de su radio de acción.

“Ponido” el árbol lo que queremos Ale y yo ahora es montar un belén (de las dos maneras) pero esto creo que lo dejaremos para allá para el mes de Agosto. Pero ya les puedo adelantar que nuestros reyes no vendrán en camello, llegarán por el río a bordo de un velerito. Viendo el nivel y el panorama, ¿se imaginan los extras que pueden haber en nuestro belén?. Divertidísimo.

1 comentario

Pim-Pam-Pum -

Me pido un Rey Majo, digo Mago...por cierto mandame los chorizos y las morcillas yo me encargo de colgarlos en mi arbol,ja,jaj,a