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Una Campanilla llamada Ale

¿Donde están mis estrellas?

¿Donde están mis estrellas? Si pudiese hablar con Dios hija y Él me concediese varios deseos no le pediría ser inmensamente rico, ni poseer mujeres guapas que me amen, ni tan siquiera gozar de buena salud. No le pediría no envejecer o disfrutar de un largo viaje alrededor del mundo. No le pediría que echase el tiempo hacia atrás, ni que me arreglase mi destartalado medio corazón. Ni tan siquiera le pediría por ti (perdóname hija). Le pediría elegir la estación de mi partida para poder elegir ésta. Escogería un día como el de antes de ayer, un día gris, lluvioso y con viento.

Le pediría que los ángeles tocasen para mí you are the one, hasta que el barco alcanzase l43º40’N, L5º52’W y mis cenizas fuesen esparcidas en el mar. Entonces se levantaría tanto viento que todos los árboles se quedarían desnudos y sus hojas vendrían al mar. Cada una de ellas, como pequeños veleritos, recogerían un trozo de mí y lo llevarían como polizón hasta la raya del horizonte donde me dejarían para siempre.

Allí vería amanecer antes que nadie, recogería el sol y lo pondría a tus pies todas y cada una de las mañanas, para que no vivieses nunca mis otoños, para que nunca me echases de menos. Ese sería el pacto hija, yo te traería mi sol y me llevaría tus estrellas, te traería el día y me llevaría tus noches.

Si pudiese hablar con Dios le pediría ser la sombra cosida a tu zapato desde niña. Me sentaría a verte crecer y lloraría por dentro todas y cada una de las veces que te viese reir por fuera. Sería el fantasma que asustaría a los tuyos, para que nunca tuvieses miedo hija.

Ayer mientras atardecía fui paseando por la playa y descubrí que el mar había dejado en la orilla una botella que llevaba mi nombre. La botella no estaba llena de vacío como tantas que había ido recogiendo a lo largo de mi vida. Aquella botella brillaba de forma diferente, como si tuviese una Campanilla dentro. Al abrirla tú saliste de ella y me entregaste el sol del día, me soplaste a la cara y con tu genio de niña, aquel tan gracioso que tenías con tan sólo tres años, me dijiste: “papá son ya las nueve de la noche ¿dónde están mis estrellas?”.

2 comentarios

Pim-Pam-Pum -

Puffff, no pense que fueras tan...tan...tan...romanicon,ja,jaj,a, seguro que Ale tampoco se lo espera. Estas seguro que no tenias fiebre????.
Delirabas!!!...despierta!!

Irenia -

Este pasado verano comprendí muchas cosas. Me di cuenta de ello un día de otoño del mes de agosto, en mi último paseo junto al Cantábrico, mientras las notas de "You're The One" me acompañaban mentalmente. ¡Carpe diem, Capitán! Las estrellas las tienes entre tus manos.